Cuando llega la hora

«La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita»

El Aleph, Jorge Luis Borges
Basado en dos historias de la vida real…..desgraciadamente. Los nombres y algunos hechos han sido alterados o son productos de mi imaginación (muy poco porque tanta imaginación no tengo)

Historia N° 1

Miguel y su rutina

 

«Ella toma el ascensor

a la mañana,

sin temor a que se caiga

Mariel y el Capitán; Sui Generis

Durante los dos años que Miguel alquiló el depósito de la esquina de casa, siguió una prolija rutina de trabajo . A las nueve de la mañana llegaba un camión con garrafas, transbordaba los envases llenos a una de sus dos camionetas y devolvía los envases vacíos. Durante el día repartía las garrafas y para las siete de la tarde, cuando estacionaba sobre la vereda para bajar los envases vacíos, era señal que había finalizado su jornada laboral. Porque estacionaba arriba de la vereda y donde quedaba la otra camioneta es un secreto que se llevó a la tumba.

Porque una contingencia fortuita alteró fatalmente la perfecta sincronización de sus acciones. Esa tarde fue a buscar unas planillas, con el otro vehículo, volcó en un camino zonal y nunca más volvió.

En los pueblos las noticias corren como el viento. Sin necesidad de recurrir a las redes sociales, mucho antes de las nueve; antes que llegara el camión que nadie recibió, solo la camioneta estacionada, con un dejo de abandono, como un perro que no tiene dueño. Así estuvo un día entero, ocupando un espacio que no debía, una pieza que no encajaba en el rompecabezas de la rutina del barrio.

Historia N° 2

El último acto

«Y llevas el caño a tu sien
Apretando bien las muelas
Y cierras los ojos y ves
Todo el mar en primavera

Bang, bang, bang
Hojas muertas que caen
Siempre igual
Los que no pueden más se van..»

Viernes 3 AM Serú Girán

Los chismes de barrio hablaban de un suicidio, noticia que confirme a través del noticiero local. Es más lo nombraron por su apodo:

El locutor muy afectado dió la noticia mas o menos asi:

En el día de la fecha conocimos la triste noticia del suicidio de un conocido vecino de nuestro medio, «Pocho» Daneri….

Es verdad que era muy conocido y por ese apodo. Según los estándares del pueblo tenía un notable parecido con un político de los años cincuenta, de allí el apodo. Lo conocí por el negocio y de las pocas veces que estuve nunca le pude encontrar el «notable parecido».

Por trascendidos pude conocer algunos detalles de cómo; luego de enterarse que estaba gravemente enfermo, dedico el tiempo que tuvo disponible para planificar minuciosamente cómo iban a ser sus últimos días.

Así fue arreglando pequeños y grandes problemas de papeles, moratorias y sucesiones. Facilitaba las cosas el hecho que no lo velaran, pero se complicó con el tema de su cremación, algo de lo que nunca se enteró. No creo que haya contratado un seguro, pero estoy seguro que estudió en detalle el tipo de arma iba a utilizar y finalmente la compró. Mientras su salud se deterioraba de manera acelerada.

Al final sólo quedaba elegir el día. Eligió que fuese una semana después del Derby de su equipo, no se iba a perder el último Derby de su existencia. La fecha indicada curiosamente coincidió con el cumpleaños de una persona con la que mantenía una enconada rivalidad deportiva.

Conclusiones, dudas y todas esas cosas que a uno quisiera poner en palabras  y no se le ocurren porque es una tarde de lluvia y estamos en cuarentena…

Cuando sucedió lo de mi vecino, me impresionó comprobar lo efímero de la existencia. Era jóven, sano y la muerte se llevó sin pedir permiso. Para morirse el único requisito que hace falta es estar vivo. Cuando hace unas semanas me contaron lo de Pocho me invitaba a escribir algo, pero no le encontraba un hilo conductor. 

Ahora con lo de la pandemia pensar en la propia muerte no es tan descabellado, uno espera que no le toque pero las balas pican cerca.

Parecería estar inmune a los accidentes de tránsito. Mi primer recuerdo de vida fue el exitoso aterrizaje en Av del Libertador. Mi padre salía con su auto de la estación de servicio, mi puerta se abrió y Alejandro se cayó (algunos malintencionados dicen que quedé así después del golpe). Un par de veces estuve a punto que me pise un auto. A la salida de la escuela un auto frenó tan, pero tan cerca que todavía lo recuerdo….junto al padrenuestro que me dedico la conductora del rodado. Muchos años después salimos ilesos de un choque de frente y en ruta (el plural corresponde a mis amigos que viajaban conmigo en el vehiculo)

Pensándolo bien, la idea de la muerte siempre está aleteando como una negra mariposa, cuando te haces un chequeo de salud, o al subir al avión. Y hablando del avión; en una charla TED, un sobreviviente del famoso vuelo de «Sully»(*) contaba que en el momento del impacto no sintió miedo a la muerte porque siempre estamos esperando ese momento.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos; (Cesare Pavese dedico dicho poema a Constance Dowling que poco tiempo antes de suicidarse). Para que se queden tranquilos, lo del suicidio no está en mis planes. No tengo problemas con la justicia ni con grupos mafiosos y por suerte por escribir mal todavía no ejecutaron a nadie.

Si siguen esperando el hilo conductor definitivamente, no lo tiene  pero…si bien el famoso COVID es una porquería que esperemos que terminé pronto, me dió la posibilidad de redondear este pobre escrito. Para que no se les haga tan pesado les dejo un par de poemas de gente que sabía escribir.

Gracias por leerme y quédense en casa.

» Cuando del mundo

no percibamos ni un rumor, ¡qué sueños

vendrán en ese sueño de la muerte!

Eso es, eso el lo que hace el infortunio

planta de tan larga vida.»

Hamlet: Acto III, escena I

» Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.

…………………………………………………………………………………………………………………

Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.»

Mario Benedetti; Antología poética.

 

(*) La historia real del capitán Chesley «Sully» Sullenberger, el piloto que realizó un amerizaje de emergencia en el río Hudson en la ciudad de Nueva York el 15 de enero de 2009, salvando la vida de los 155 pasajeros, la tripulación, y de las posibles víctimas que hubiera provocado un accidente sobre la urbe.

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