La casa del mañana III: Medioevo

La casa del mañana II: Edad antigua

Medioevo

En la edad medieval los centros de cómputos salieron de sus salas vidriadas para convertirse en computadoras personales. Incluso, conectado a una impresora uno mismo podía hacer sus propios listados….de que no sé, pero que se podían hacer nadie lo duda.

Recuerdo mi primera PC era una 386 (así se llamaban) Constaba de un monitor blanco y negro la PC y el teclado y la impresora. La información se podía guardar en un disco flexible y luego en otro más pequeño y con más capacidad de almacenamiento llamado diskette.WIN_20170730_203326WIN_20170730_203338

Antes de tener mi PC hice el correspondiente curso de Sistema Operativo (DOS). Para darle «órdenes» a la PC todo se escribia: cd.. o cd/cambiabas del directorio raíz a no sé que cosa, y los programas se abrían con la extensión .exe

Las impresoras medievales, también tenían un carro como sus primas hermanas máquinas de escribir de la antigüedad. Ahora yo mismo podía escribir mis cartas comerciales y sin errores, para luego imprimirlas. Como gracias a Dios ya no me tocaba hacer esa ingrata tarea, ocupaba la impresora para escribir citas célebres de filósofos notables, frases como:

PROHIBIDO FUMAR

POR FAVOR, PAGUE CON CAMBIO

CIERRE LA PUERTA

A dichas frases se le podían agregar alguno de los dibujos que traían los programas, hacer un lindo recuadro y……..como decía mi padre: «¿para eso sirve la impresora?»

Fue de ese modo que conocí el invento más grande del medievo, del siglo y que me cambió la vida, la planilla de cálculos. En ese momento se llamaba Quattro-Pro para DOS y como resultaba algo engorroso, me prestaron el tutorial en papel (un libro bastante gordo y lleno de indicaciones) Para no aburrirlos más de lo que ya están, desentrañar todos esos misterios me llevó casi un año. Finalmente sumaba celdas, restaba, hacía promedios, gráficos, subtotates y todo lo que se me ocurriera. Volviendo al pasado, podría haber hecho sin mucho esfuerzo mi estado de situación de vencimientos.

Continuará….

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La casa del mañana II: Edad antigua

La casa del mañana. I: Prehistoria

Edad antigua

En la antigüedad las cosas habían avanzado a pasos agigantados. Las familias se reunían  a mirar «La familia Ingalls» frente a los televisores que comenzaban a emitir en su programación en colores.

Las radios transmitían en frecuencia modulada (FM) . Por las noches los adolescentes de la antigüedad, abrazados a la almohada imaginábamos la belleza de una  locutora que cada noche, con su dulce voz desataba en nosotros arrebatos de pasiones románticas … y también de las otras.WIN_20170727_201114

Fue así que aparecieron los primeros radiograbadores a casette. Los casettes llegaron a reemplazar al discos de la prehistoria, también tenían dos caras y no se rayaban pero la cinta que llevaba adentro, cuando escapaba del carretel podía generar un matete de proporciones. La gran ventaja del casette era que se podía grabar. Los más pacientes pasaban horas frente al radiograbador esperando que por la radio pasen su canción favorita para poder grabarla….siempre y cuando apretaras rápido los botones de PLAY/RECORD y al infeliz del locutor no se lo ocurriera hablar encima de la canción.

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En el secundario aprendíamos cosas tan importantes para nuestro porvenir como estenografía y también escribir a máquina. Esos sabios conocimientos que volcábamos en nuestros primeros trabajos.

Las máquinas de escribir ya existían en la prehistoria, Todas tenían su teclado y un rodillo montado en un carro que «caminaba» a medida que pulsabas las teclas, al llegar al final del renglón con la mano derecha tomabas una palanquita que volvías el carro al principio del renglón siguiente. En las máquinas más viejas, había que teclar con fuerza porque el mecanismo era mecánico. Luego vinieron las máquinas eléctricas, en este caso el teclado era muy sensible y quien estaba acostumbrado a escribir con las máquinas más antiguas, al pulsar una sola tecla se escribía un renglón de ddddddddddddddddd acompañado del ruido de una ametralladora.

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Escribir a máquina en la escuela, era divertido porque jugábamos a la oficina o a ver quien escribía más rápido. Pero todo cambió en la oficina verdadera. Las cartas a máquina, se hacían a contrareloj, no por diversión y bajo la atenta mirada de tu jefe y todo eso sin equivocarte. Ufff constituía una epopeya y requería nervios de acero. Cuando existía un error en alguna palabra se pintaba con un líquido blanco y se escribía encima. Una vez terminada, el cretino de mi jefe miraba la carta al trasluz para contar cuantos errores había cometido.

Sin embargo en ese trabajo mi tarea principal consistía en preparar un «estado de situación de vencimientos….» Con una reglita, y una birome dibujaba con todo el arte que el apuro permitía, un bellísimo cuadro de filas y columnas sumadas con calculadoras que ya existían en en la antigüedad.  Siempre y cuando, la suma de las columnas coincidiera con las suma de las filas, sino…queda despedido.

Para fines de la antigüedad conocí los primeros centros de cómputos. Unos enormes muebles encerrados en una sala vidriada. Dentro de esa sala, las computadoras trabajaban con tarjetas perforadas  y tenían unos carreteles que giraban. Pero no recuerdo bien como eran porque a la sala vidriada sólo entraban «Los de sistema» una especie de hechiceros o semidioses que manejan un conocimiento vedado a nosotros simples mortales. Generaban enormes listados y manejaban palabras extrañas como LISTADO ABM, DATABASE  O IMPUT  (con perdón de la palabra).

La casa del mañana. I: Prehistoria

 

Hace mucho años, en una época que llamaré la prehistoria, nosotros los niños contábamos con los dedos y escribíamos a mano, en la escuela nos enseñaban caligrafía para mejorar la letra. Las lapiceras poseían un cartucho de tinta que casi siempre nos manchaba el delantal a la hora de cambiarlo. Buscábamos información en manuales, diccionarios y enciclopedias, todos ellos impresos en papel, como los libros de lectura.WIN_20170725_174222

En la prehistoria, la televisión transmitía en blanco y negro, tenía cinco canales que comenzaban con una señal de ajuste que nunca entendí para que servía. El televisor era enorme y muy pesado porque en la parte posterior tenía un montón de lámparas. Curiosamente lo que no tenía era control remoto, por eso la gente de la prehistoria para cambiar de canal se tenía que levantar de la silla.

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Además del sintonizador para cambiar de canal, el televisor tenía dos perillas, el horizontal y el vertical, Que se usaban cuando en lugar de la imagen se veían rayas horizontales o verticales que pasaban de un lado a otro de la pantalla. Si el problema subsistía se tomaban medidas más drásticas, como el famoso remedio milenario que nuestros abuelos utilizaban con las radios, El método de «reanimación» consistía en abrir bien grande la palma de la mano, y darle un terrible «bofetón» al costado de la pantalla. No recuerdo en toda mi infancia que haya fallado.

Pero cuando en ocasiones se veía con lluvia, no quedaba otra cosa que «orientar la antena». Esto que parece sencillo era todo un operativo que precisaba de al menos: Uno de la familia que subiera arriba del techo, donde se alzaba majestuosa la antena, otro con buena voz apostado frente a la puerta para poder gritar las indicaciones, y un tercero se quedaba frente al televisor para controlar si se veía bien, más o menos, con lluvia o con fantasmas. Entonces el que estaba arriba del techo giraba con mucho cuidado el caño de la antena para la derecha o la izquierda.

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Finalmente si la operación resultaba exitosa, los niños de la prehistoria veíamos los mismos capítulos repetidos de «El Zorro, «Batman», o «Los tres Chiflados». Un dibujo animado de la época llamado «Los Supersónicos» se desarrollaba en el futuro, y en ese futuro los autos volaban y los personajes se comunicaban a través de una pantalla de televisión.

En la prehistoria, teléfonos había pocos y  a veces había que comunicarse a través de una operadora. Recuerdo que mis abuelos vivían en LUJAN a 65 km de la ciudad de Buenos Aires. En ocasiones para comunicarse la demora podía ser de dos horas, es decir que resultaba más sencillo subirse al auto e ir a visitarlos.
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Para escuchar música existían los discos de vinilo, que tenía un finísimo surco en forma de espiral donde se posaba un brazo con una púa. Como el disco giraba, la fricción de la púa en el surco reproducía hermosas melodías…. o no.  Tenían dos medidas los discos simples, o los Long play que eran mucho más grandes y en cara «entraban» alrededor de siete canciones. Cuando digo cada cara es porque esos discos tenían una particularidad, el lado A y el lado B. Es decir que se podía escuchar de los lados. Eso sí, uno debía ser muy cuidadoso a la hora de limpiarlos, porque cualquier rayadura hacía queeldiscoseraye, queeldiscoseraye, queeldiscoseraye, ups perdón eh

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Continuará…