Conseguir emborracharse en una fiesta y ponerse en evidencia no es nada nuevo. Ya en el siglo noveno, el magnífico «Manual de Etiqueta de Dunhuang» insistía en que las autoridades locales utilizaran el modelo de carta siguiente (fechada en 856) para enviar disculpas a anfitriones ofendidos. El culpable debía copiar el texto de la plantilla, escribir el nombre del anfitrión de la cena o de la fiesta, firmar la carta y luego ofrecerla con la cabeza inclinada. La carta fue descubierta, junto a miles de otros documentos, en una cueva sellada en el oeste de China.
Ayer, después de haber bebido demasiado, me encontraba ebrio como para pasar todos los límites; pero de ninguna manera el lenguaje grosero y tosco que usé fue pronunciado en un estado de plena consciencia. A la mañana siguiente, después de escuchar a otros hablar sobre el tema, me di cuenta de lo que había…
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