Cerré los ojos tratando de dormir. Escuchar la propia respiración….acompañada del monótono zumbido del ventilador y algún ladrido lejano que interfería mi ejercicio de relajación……
Muy despacio cae la hoja de un árbol, un perro observaba atentamente su trayectoria. Le ladra a una hoja verde, muy verde con una gota de rocío. La gota corre por las nervaduras y comienza a crecer hasta convertirse en una burbuja gigante. Busque mi cara como quien mira en un espejo. En la superficie filamentos multicolores jugaban haciendo círculos como en una tormenta solar. El ladrido del perro interrumpió mi breve idilio con la burbuja de rocío.
Intenté escuchar mi propia respiración……..
Ahora estaba de nuevo en la esquina de la casa de mi infancia. Curiosamente todos mis sueños se desarrollan en ese ámbito. Veo a mi padre en el sofá….se quedo dormidito el pobre. Su imagen serena me dijo – “dejame descansar, yo estoy bien. Vos ahora tenes que seguir tu camino”. Así lo hice con un nudo en el pecho. Aparecí en un pozo muy hondo del que intentaba salir con una escalera. Subía trabajosamente los peldaños pero siempre estaba en el mismo lugar.
Di vueltas en la cama y no lograba conciliar el sueño…..
Mucho tiempo después esa escalera era el mástil de un navío, ahora estaba en lo más alto y me envolvía un cielo diáfano. Volaba; debajo se adivinaba un mar salpicado por los reflejos del sol. Una sensación de plenitud colmo mi espíritu y le gracias a Dios. Era todo un privilegio el poder estar allí.
De a poco asomaron unas nubes blancas cuya claridad molestaba a mis ojos, un sonido que no podía precisar se hacía cada vez más presente. Ahora podía asociar el zumbido cansado del ventilador junto con la claridad de la madrugada.
Un nuevo día había comenzado.