Como tenía el don de captar el lenguaje de la naturaleza, siguió la senda del canto de los pájaros y se orientó con el olor de la tierra mojada. El ruido de la lluvia le contó una historia e interpretó los colores del arco iris. Una noche, la cruz del sud fue su brújula. Tradujo en palabras el rumor de los arroyos y el susurro del viento entre las hojas.
Llegó a la ciudad. El lenguaje era tan confuso que nunca pudo descifrar el color rojo del semáforo. Murió lejos de su hábitat.
Un texto además de ecològico es bellísimo. Lleno de lirismo. Te felicito.
Muchas gracias!!!
Muy lindo tu comentario. Un abrazo.