Él accedió a llevarla hasta su casa, y ella a que la lleve. Hacía mucho frío y había comenzado a nevar. En el trayecto casi ni se hablaron, conducía con mucho cuidado por las calles heladas. Cualquier intento de conversación estaba destinado al fracaso.
Se habían convertido en dos extraños, el tiempo los había distanciado de a poco y ya ninguno entraba en el proyecto del otro. Ni él en su vivero, ni ella en el estudio de arquitectura. En un momento se dieron cuenta que sus vidas eran piezas que ya no encajaban la una con la otra.
Tan ensimismado en sus pensamientos casi se pasa de largo – ES AHÍ dijo ella, rompiendo el largo silencio que los acompaño durante todo el trayecto.
Bueno entonces…..él hizo el intento de darle el último beso en la mejilla, ella lo freno con un movimiento de la mano. Se puso un gorro de lana – ABRIGATE QUE….. – SI……
Ella abrió la puerta del auto, y el viento helado se coló junto con unos copos de nieve. La ráfaga ahogo su frase, él le iba a decir que siempre le gustó como le quedaba ese gorro pero las palabras no le salieron. – ME IBAS A DECIR ALGO? Le hizo que no con la mano. – ANDA QUE HACE MUCHO FRIO. Ella afirmó con la cabeza y corrió hasta la puerta del departamento, sin entrar espero hasta que el auto se perdió de vista por la calle transversal, mientras él buscaba su figura por el vidrio empañado del espejo retrovisor.